Es difícil explicar cómo la línea de dibujo de El Niño Rodríguez anuncia la síntesis corrosiva e impiadosa de sus textos pero así sucede. Están esas chicas atómicas que tienen algo de Divito post CArtoon Network o Dios con la apariencia de un Freud geomético. O Tony torres el movilero sensacionalista cuyo remate (“¡Tensa calma!”) se anticipa en esa gestualidad deformada. Esencia de la caricatura como deformación crítica. Sus personajes dan cuenta de la absurda realidad argentina. Rodríguez creó su propio universo, que se parece bastante al real La historieta tiene ritmo y un humor corrosivo que no perdona a nadie. Ese conejo tan de diseño como “Bugs-bunnyesco” en su viveza, ese cartonero literalmente esquelético, ese paparazzi amarillo, esas modelos, el gorila del campo, Dios y el Devil resumen de sus colores fuertes, en sus formas siempre curvas, en su aparente simpleza, la gran historieta: las curvas de Divito, la velocidad narrativa de Kirby, los soez de Kaz y, claro, su propio carácter sardónico.
¡Tensa calma! El latiguillo del cronista Tony Torres, uno de los protagonisas de Lucha Peluche, se reproduce en las páginas de esta primera compilación que edita Ediciones de la Flor. La tira del Niño Rodríguez, publicada originalmente en el diario Crítica, desborda de observaciones ácidas y filosas de la contemporaneidad nacional.
