Si esta novela satiriza el mundo del periodismo de principios del siglo xx, Los seres queridos hace lo propio con la industria del mortuary business estadounidense de los años cuarenta, que brindaba la posibilidad de enfrentarse a la muerte maquillando y disfrazando a los difuntos hasta convertirlos en ridículas parodias de los vivos. Esta preocupación por el reposo eterno de los seres queridos también se hizo extensible a los animales de compañía, y aunque el lector contemporáneo está acostumbrado al apego —casi humanizador— a las mascotas, las muest ras de aflicción y duelo por la pérdida de los animales domésticos generaban, a partes iguales, incredulidad y risa en los lectores coetáneos de Waugh.