La pregunta de cómo comienzan los textos filosóficos desemboca en la selección y examen de un conjunto de ejemplos que, extraídos de la historia de la filosofía, permiten su problematización. Por tanto, esta argumentación apunta a situar al prólogo filosófico comuna forma consolida de expresión, con una caracterización específica. Los prólogos de la filosofía son más bien una invención reciente. La naturalidad que tiene referirse a un prólogo de Kant o a una introducción de Hegel nos dispensa de percatarnos de la necesidad que para esos autores estuvo el escribirlos. La afirmación que señala que los libros nos transforman y ellos mismos se transforman al hacerlo, tiene su confirmación más cercana en las aventuras entendidas como transformaciones, a las que el libro se ha visto expuesto.