MUJICA. LIGERO DE EQUIPAJE

José Mujica Cordano. El Pepe, le dicen sus conciudadanos. Presidente de la República Oriental del Uruguay entre el 21 y el 215. Un insoportable Pepe Grillo que acude a las cumbres mundiales a decirle a los otros Presidentes cómo hay que hacerlo para hacerlo bien. Y, sobre todo, cómo no hay que hacerlo. “No me hacen caso. Pero me aplauden, me aplauden mucho. Algo quedará, porque no se olvide usted que algunos trabajan de trueno y es para otros la llovida” dice con su modo de viejo campesino. No aceptó vivir en los palacios de gobierno y siguió en su chacra en las afueras de Montevideo con su compañera, la senadora Lucia Topolasnsky, donde ha vivido cuando era florista, diputado, ministro, senador y Presidente. Catorce años en la cárcel, siete de ellos incomunicado, lo obligaron a conocerse así mismo, paso previo para convertirse en un hombre muy fuerte, que no se compadece a sí mismo. “El último Héroe” lo llamó Emir Kusturica en la película que hizo sobre él. Dice cosas que según el mismo “rechinan”. Que el capitalismo y el híper comunismo nos empujan a la infelicidad. Que la globalización requiere de un gobierno global, que no existe. Que los políticos son corruptos y por eso nadie confía en ellos. Que el cambio climático amenaza a la humanidad. Alejado del cargo, libertario como siempre, seguirá su cruzada en pos de la felicidad humana y la paz mundial, como un Gandhi o un Mandela.