Cuando el sexo no es juego, los implicados no se involucran plenamente. Cada uno está en su equipo, en su propia
mente y con sus propias reglas. Esperando y evitando, difícilmente disfrutando. Agobiados por el rendimiento, compiten
para cumplir, para demostrarse algo a ellos mismos, al otro e incluso a todos quienes no están ahí presentes.
Cuando el sexo es juego, se toma más en serio. Pueden ser una o más personas compartiéndose, divirtiéndose juntas,
inspirándose mutuamente, arriesgándose, probando. Este libro contiene 12 juegos para empezar… ¿Juguemos?.
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