La vida de Edgar Strauss no es tal y como la imaginaba antes de mudarse a Edimburgo. Escapando de un pasado que lo atormenta, se ve atrapado entre un trabajo que no le apasiona y un máster en Escritura Creativa que no parece llevar a ninguna parte. Hasta que entra en escena el apuesto y dolorosamente rico Alec Druiss, con su piel pálida, sus ojos enigmáticos y esa voz que podría hacer que hasta las paredes se derrumbasen. Por un instante, todo parece demasiado bueno para ser cierto. Y quizá lo sea.