Fácil de aprender y muy entretenido, Jungo es perfecto para llevar de viaje o para animar cualquier sobremesa. Después de barajar las cartas, se reparten 8 o 10 (según el número de jugadores) y cada persona mira su mano en secreto. Aquí entra en juego la regla de oro: no se puede cambiar el orden de las cartas en la mano. Durante su turno, los jugadores pueden elegir entre jugar cartas o tomar una carta del mazo central. Si deciden jugar, las cartas deben ser todas del mismo valor, estar juntas (adyacentes) en su mano y, si ya hay una combinación en la mesa, deben superarla: ya sea con más cartas o con un valor más alto. Una vez superada, el jugador debe elegir si toma la combinación anterior para añadirla donde quiera en su mano o si la descarta. Si decide tomar una carta, puede colocarla donde quiera en su mano, descartarla o invocar la ley del Jungo, lo que le permite jugar una combinación incluyendo esa carta recién tomada. ¡El primer jugador en quedarse sin cartas gana la partida!